SELVA DE FLORENCIA CALDAS
Octavio Hernández Jiménez
Se trata de uno de los ecosistemas con especies más variadas, de clima diverso, en la cordillera central, vertiente oriental, bosque primario, de niebla, ubicado entre los pisos templado y frío del departamento de Caldas y, en el siglo XXI, en peligro de extinción.
Está ubicada al noroccidente de Samaná y nororiente de Pensilvania. La mayor parte está enclavada en el corregimiento de Florencia. Tiene una extensión de 6.600 hectáreas.
En la selva de Florencia habitan incontables especies de flora y fauna, muchas de ellas agonizando. Sus abundantes aguas corren entre cauces profundos y rocas escarpadas hasta caer en los ríos Tenerife, Hondo, Moro, San Luis y San Antonio que desembocan en el embalse Miel 1.
La selva de Florencia alberga el 50 por ciento de las 36 familias y 14 órdenes de mamíferos andinos. Se han identificado 232 especies pertenecientes a 38 familias de aves. Los anfibios y reptiles pertenecen a 4 órdenes vivientes, 12 familias, 29 géneros y 85 especies que representan el 7,8 por ciento de la totalidad de la fauna respectiva reportada en el país y la cuarta parte de los anfibios y reptiles de la cordillera central de Colombia.
Las serpientes que habitan en esa maraña causan terror entre las familias que se han instalado en un sitio tan biodiverso como ese objeto de textos científicos y periodísticos en los que sorprenden las fotografías y se leen los relatos periodísticos que con frecuencia salen en las publicaciones regionales. Muchas de esos reptiles son mortíferos y los campesinos sin muchos recursos hospitalarios a mano.
Se han reportado 180 especies de árboles de las familias lauráceas, rubiáceas, melastomatáceas, mimosáceas y moráceas. La composición florística del bosque está constituida por 42 familias, 77 géneros y 139 especies (Destino Caldas, octubre de 2004, pp.3-4).
En septiembre de 2004, se anunció que la selva de Florencia sería declarada como parque nacional natural pero el gobierno nacional solo produjo el acto administrativo en el mes de marzo de 2005, firmado por el presidente Álvaro Uribe y el ministro de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Es el parque nacional natural número 50 y el segundo del departamento de Caldas.
En la selva de Florencia abundan: nogal, balso, yarumo, chingalé (chigaté), carbonero, cedro, comino, carate, gallinazo, espadero, melcocho, corcho, chupo, danto, candelo, morrocoto, sande, caraño, canturrón, chicalá, guacamayo, arrayán, caucho, llovizno, caracolí, ceiba, ibarco, igué y guayacán.
Este globo selvático es uno de los más valiosos reductos de vegetación primaria que quedan en lo que respecta al departamento de Caldas, al lado oriental de la cordillera central dominada por el parque de los Nevados.
En 2018, había 59 parques nacionales naturales en Colombia de los que el más extenso, el más imponente y misterioso era el de Chiribiquete entre los ríos Guaviare y Caquetá. En medio de la llanura se levanta, en roca, un conjunto de mesetas (tepuyes) de hasta 900 metros de altura. En medio de la tupida llanura habitan pueblos indígenas, en aislamiento voluntario, pertenecientes a las familias lingüísticas huitoto, caribe y arawak. En 2018, el gobierno nacional pretendía aumentar la extensión de Chiribiquete en 1,5 millones de hectáreas adicionales debido a que, el área actual, a pesar de lo extensa, estaba acosada por la deforestación con el fin de dedicar el terreno descuajado a la siembra de coca y la explotación de minería ilegal.
Las selvas y los montes colombianos estaban amenazados no solo por la minería ilegal sino por la tala intensiva, la tala selectiva, las plantaciones agrícolas, la ganadería y los incendios generalmente provocados. Según la revista Journal of Biogeography, en 2016, la deforestación, entre 1980 y 2000, fue seis veces mayor en América Latina (12 %), en comparación con Asia y África (2 %). Comentó que el 66 % del bosque seco en América Latina se había perdido debido a la deforestación mientras que solo el 4,5 %o estaba sujeto a protección.
En lo que respecta al departamento de Caldas, hasta bien entrado el tiempo de la Colonia española, el lado occidental de la cordillera central también fue una tupida selva atravesada de sur a norte por el Camino del Indio que venía desde Cusco (Perú), por donde subían y bajaban pueblos indígenas como los quimbayas, los ansermas, los paucuras fuera de otros como los calimas, los quillasingas y los tumacos.
En los precarios montes de la Serranía de Todos los Santos (Belalcázar, San Isidro, San Gerardo, San José, San Joaquín-Risaralda, Santana de los Caballeros-Anserma, San Clemente) que han sobrevivido a la implacable destrucción y a la consiguiente carencia de fuentes de agua, es posible encontrar, todavía, algunos de estos árboles como muestra de la vegetación primaria que hubo en esas montañas: chagualo, higuerón, arboloco, camargo, guacamayo, anisillo, pringamoza, durumoco (dulumoco), azuceno, chocho, rascadera, platanillos, chilco (amargo y dulce), manzanillo (produce una roncha terrible; si se tiene humor no se puede pasar ni cerca de él; si no se tiene humor, se puede tocar y no pasa nada), nigüito, caimo, carbonero, cascarillo, guáimaro (de ahí Guaimaral), palodelacruz, mestizo, mediacara, vainillo, madroño, verraquillo, zurrumbo, escobo, lechudo, tabaquillo y dinde.
Un monte, en la semántica caldense, es lo que queda de una selva descuajada, en pequeña extensión, en donde se conserva el nacimiento de agua que surte a una finca o un pueblo o, también, la parte de selva que se conserva como despensa de animales y leña diaria para los hogares campesinos que aún viven como en tiempos de la colonización paisa. Los montes han sido hábitat de muchos mitos en vía de extinción.
El Bajo Occidente de Caldas, como la cordillera central, a lado y lado, fue una selva de la que quedan unos pocos reductos por donde bajan quebradas ya moribundas. Su destrucción se debe a la deforestación que aumenta día a día. Para detener este acabose no basta con la labor de autoridades ambientales. Se requiere la intervención de la fuerza pública y de una legislación más drástica en cuanto a la conservación de nuestro patrimonio nacional. No solo está en juego la flora que nos queda sino escasos ejemplares de muchos animales magníficos ya casi extinguidos. Hay especies de aves y de otros animales montaraces que no se van a instalar en cafetales o potreros envenenados con sustancias químicas.
Requieren de bosques y selvas en toda su extensión y en todo su esplendor.
Los invito a conocer mas de esta maravillosa selva en el siguiente vídeo, realizado por el canal de televisión TvAgro.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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