PATACONES DE YUCA Y EMPANADAS DE AUYAMA
Octavio Hernández Jiménez
En la etapa de colonización del Valle del Risaralda, en la segunda mitad del siglo XIX, las cocineras caucanas utilizaron el plátano, en forma prioritaria pero no en forma exclusiva. Las negras provenientes del Valle del Cauca no siempre servían patacones de plátano en las fincas del Valle del Risaralda. También preparaban, cuando había cosecha, patacones de yuca. La yuca se pela, se parte en porciones medianas y en cuatro cascos como si fuera una naranja. Se retira la fibra que va por el centro. En agua caliente, por unos dos minutos, los cascos de yuca se ponen a hervir pero que no vayan a quedar muy blanditos. Se sacan y se aprisionan en una tabla con otra hasta que queden delgados y extensos. Se echan en una sartén con aceite caliente hasta que tomen un color dorado. Se puede rociarles una pizca de sal por encima antes de servirlos en compañía de otros alimentos.
No había como los guisos que preparaban las negras que trabajaban en las cocinas de las haciendas del Valle del Risaralda. Para el guiso de las empanadas utilizaban papa colorada. Trasegaban con manojos de hierbas aromatizadas para los distintos platos como la albahaca negra para el caldo de pescado y el cilantro para casi todo. En las cocinas no podían faltar los limones mandarinos y los ajíes, de los que el mejor era el ají pajarito. Ah, y el vinagre que preparaban con base en bananos maduros, costumbre culinaria que pudo llegar de los llanos orientales al Huila, del Huila a las plazas de mercado de Popayán y de Popayán a las provincias del norte caucano.
Abundaba la auyama, conocida en otras partes como ‘calabaza del Halloween’. Era rastrojo. En Caldas, el alimento más común que se obtiene con base en la auyama es el dulce que se hace al poner a hervir pedazos de esta fruta y cuando esta blandita se sirve en tazas inundadas de leche. Al caer de la tarde, una tazada de auyama fría con una rosca de pandequeso o galletas de soda (saladas o dulces), de esas que comen con chocolate las señoras de dieta, es todo un algo clásico para los de la casa, los trabajadores o una visita.
Con la totalidad de la auyama, incluyendo la cáscara, se elabora sopa que ayuda a la digestión. Con la pulpa se puede hacer torta o flan. Se toma un vaso de puré de auyama, una yema de huevo, una cucharada de miel, un poco de sal, 3 gotas de esencia de vainilla, 3 cucharadas de crema de leche y aceite. Se mezcla la pulpa con la yema, la miel, la esencia de vainilla, la crema de leche y el aceite. Se cocina en el horno o en una sartén con brasas abajo y arriba. Al servirla se le rocía por encima el polvo que se obtiene secando las semillas, fritándolas y triturándolas. Comentan las señoras que la semilla de auyama en polvo sirve para el tratamiento de la próstata pues contiene zinc, tiene omega 3, magnesio, refuerza el sistema inmunológico y combate el sofoco de la menopausia.
Las cocineras elaboraban empanadas de auyama. Se cocina la auyama y luego de escurrirle el agua, la trituran con una taza, pocillo o cuchara y luego se le agrega una pizca de sal. (no se licúa en la licuadora). Se extiende sobre un trapo limpio en forma de arepa redonda. En la mitad se pone carne cocinada en porciones pequeñas además del hogao con base en tomate y cebolla. Se cierra y se pone a dorar en el horno o en una olla con fuego por debajo y por encima.
A los marranos del chiquero doméstico los consentían más que ahora. Eran beneficiados de las auyamas y plátanos verdes cocinados en ollas o galones grandes, con la sustancia de calambombos traídos en el mercado de la semana anterior. Se le echaba sal antes de que hirviera. Se ponía en reposo pues decían que a los cerdos no se les podía dar comida caliente porque morían de cólicos. Por encima se formaba una costra de grasa. El sabor de esos plátanos verdes cocinados era muy apetecido. Los muchachos encargados de alimentar los cerdos se subían a las talanqueras de guadua a comer plátano cocinado parejo con los marranos. No era muy difícil adivinar quién engordaba primero.
Gran número de familias del Gran Caldas han perdido la tradición de los platos anteriores y quedamos, si mucho, con las tajadas de plátano maduro y el plátano maduro asado para saborear con leche, el plátano verde asado para comer con agua de panela, la colada de plátano verde y el dulce y la crema de auyama. Y poco más.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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