EL NIÑO MALO, EN BELALCÁZAR
Octavio Hernández Jiménez
Dos ancianos conversaban, sentados en una banca, en el parque principal de Belalcázar (Caldas). Al preguntarles si habían oído hablar del Niño Malo, contestaron que sí y dieron rienda suelta a su propia versión. - Era un niño que se volvió deshonesto porque los padres no lo mandaron a la escuela. – No. Se volvió malo porque los padres no lo hicieron bautizar. Su maldad venía de antes. – Tenía de malo que se dedicó a desafiar a niños y viejos. – Y se burlaba de los ancianos. – No iba a la escuela ni a la iglesia. – - No trabajaba mientras los demás niños ayudaban a los padres en sus quehaceres. - Era un ratero. Cuando la mamá se quejaba porque no había de qué hacer el almuerzo, cogía una jíquera y se iba a robar yucas en las fincas que él ya tenía analizadas cuando pasaba por esos caminos. Para uno de los dos parroquiano se confundía con el duende y para el otro era distinto al duende pues el niño malo “sí existió”.
El Niño Malo, en el suroeste antioqueño y el Gran Caldas, más que una invención particular, hace parte del folclor popular; es una sátira social, al estilo del Lazarillo de Tormes, del siglo XVI. No fue personaje de grandes hazañas sino de gestos sencillos. Vivía con su familia por los lados del cementerio, en la salida para San José. Se decía que el Niño Malo aprendió de su padre las formas de actuar mientras que su madre tenía enredos amorosos con otros hombres. El papá abandonó a la madre y dos hijos cuando se fue a buscar aventuras por el Valle del Cauca. Poco después, el niño malo ya tenía padrastro. De trecho en trecho, como en el Lazarillo, una que otra “burla endiablada”. Era muy malicioso. Con su orgullo, tanteaba los aplausos fáciles. Más que un sartal de situaciones realistas, el niño malo se presenta como el bosquejo sicológico de otro Pedro Rimales (Urdimales), Cosiaca o Juan el Tonto, muy mencionados en la literatura popular latinoamericana. Como Lazarillo con el ciego, no se las ganó todas. En una ocasión, por los lados de Cristo Rey, unos muchachos que se escondieron detrás de un barranco, salieron de improviso y le pegaron una pedrada en el rostro; recorrió la calle real hasta su casa, en el otro extremo del pueblo, llorando y con la cara empapada en sangre. Desde entonces se le veía acobardado. Fue un antihéroe.
En muchas leyendas y mitos antiguos y modernos aparecen niños o niñas como protagonistas, al estilo Mafalda y los hijos de la familia Simpson pero, en cada serie de esas, los niños no crecen ni cambian de mentalidad. Mafalda cumplió 50 años, con la misma apariencia física y espiritual de los primeros tiempos, polemizando con sus aventuras simpáticas y atrevidas del mismo corte de las que hacía, medio siglo atrás. Desde 1989, Homero y Marge, Bart y Lisa Simpson conservan sus identidades inalterables y opuestas. La fidelidad a unos modos de ser garantiza, sobre esos personajes, un inalterable pensamiento mitológico.
Según uno de los contertulios, no se tiene noticias de que el Niño Malo se haya vuelto adulto y según su compañero, al volverse adulto, siguió siendo malo. Para el primero, el niño malo nació y vivió en Belalcázar pero el segundo comentaba que en otros lugares también se hablaba del Niño Malo.
En La Merced, en el norte del Departamento, el Niño Malo se personificaba en un individuo llamado Epifanio Salazar que, en otros casos la gente confundía con Caifás, un personaje folclórico de Chinchiná. Según don Carlos Alfonso Quintero, en La Merced, el Niño Malo era muy amigable con toda la gente. Enamorado. Jugador empedernido de dado y tomador de aguardiente. Sacaba huesos del cementerio para hacer dados y con ellos jamás perdía en el juego. La casa del Niño Malo quedaba en Arrayanal, en lo que hoy es Villa Giraldo. Peleador. Cuando la policía lo perseguía para encarcelarlo se convertía en un racimo de plátanos o en una gallina que desaparecía por el cafetal.
El Niño Malo era el personaje de las contradicciones. Según otros, sí existió pero en Támesis o Jericó y al volverse adulto, se fue moderando en sus malas costumbres por lo que “Niño malo” pasó a ser un sobrenombre. Como ejemplo de la metamorfosis de ese personaje popular contaron la siguiente anécdota: - Mi abuelo no bebía licor. Un día estaba en la plaza del pueblo cuando llegó Niño malo a invitarlo a tomar aguardiente. Mi abuelo le contestó que no tomaba y Niño malo le dijo: - Pues, si no me acepta la invitación, tendrá que arreglárselas conmigo. El abuelo le preguntó: - ¿Cómo quiere que arreglemos? ¿Con revólver? – No, respondió Niño malo. – ¿Con cuchillo?, le dijo mi abuelo. – No, insistió Niño malo que empezó a caminar con mi abuelo hacia las afueras del pueblo. Se dirigieron a un potrero en donde realizaban los duelos cuando dos individuos querían terminar en un enfrentamiento mortal. La gente los siguió. Al llegar, escogieron los testigos entre la concurrencia. Niño malo pidió que los amarraran a los dos, espalda con espalda y las manos estiradas hacia abajo. No podían moverse. Nadie entendía lo que buscaba Niño malo. Mi abuelo torció la cabeza para que el otro que estaba atado a él le escuchara esta pregunta: - ¿Cómo vamos a pelear, entonces? Niño malo volteó la cabeza hacia mi abuelo para responderle: - ¿Pelear? Es que yo no me propongo pelear. Yo no he hablado de peleas sino de que este asunto tenemos que arreglarlo.
Por lo visto, Niño Malo, desencantado de las quejas, las bromas, los disimulos, los lances, los rencores y engaños de toda una vida, comprendió que existen formas menos dramáticas para arreglar los problemas con los demás. Debido a que esta narración cuenta con moraleja, más que una leyenda, la versión del niño malo parece un apólogo. Una diferencia entre apólogo y fábula estriba en que, mientras en la fábula los personajes son en su mayoría animales, en el apólogo son seres humanos.
OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ
(San José de Caldas, 1944), bachiller del Colegio Santo Tomás de Aquino de Apía (1962) y luego profesor del mismo centro educativo. Profesor de la Universidad de Cundinamarca (1974-1975). Profesor Titular y Profesor Distinguido de la Universidad de Caldas, en Manizales (1976-2001). Primer decano de la Facultad de Artes y Humanidades (1996-1999) y Vicerrector Académico (E.) de la misma Universidad (1996). Premio a la Investigación Científica, Universidad de Caldas, (1997). Primer Puesto en Investigación Universitaria, Concurso Departamento de Caldas-Instituto Caldense de Cultura (2000). Primer Puesto Categoría de Ensayo Nuevos Juegos Florales, Manizales, (1993 y 1995). Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, Socio Fundador del Museo de Arte de Caldas, Miembro de la Junta Directiva de la Orquesta de Cámara de Caldas. Orden del Duende Ecológico (2008).
* OCTAVIO HERNÁNDEZ JIMÉNEZ ha publicado las siguientes obras: Geografía dialectal (1984), Funerales de Don Quijote (1987 y 2002), Camino Real de Occidente ( (1988), La Explotación del Volcán (1991), Cartas a Celina (1995), De Supersticiones y otras yerbas (1996), El Paladar de los caldenses (2000 y 2006), Nueve Noches en un amanecer (2001), Del dicho al hecho: sobre el habla cotidiana en Caldas (2001 y 2003), El Español en la alborada del siglo XXI (2002), Los caminos de la sangre (2011), Apía, tierra de la tarde (2011). Su ensayo “El Quijote en Colombia” hace parte de la Gran Enciclopedia Cervantina, de Carlos Alvar (2006).
* “El humanista Octavio Hernández Jiménez contribuye a la afirmación de la cultura popular en Caldas. Él, con ese orgullo caldense que siempre expresa en sus escritos, se ha empeñado en divulgar el folclor regional, pensando siempre en afirmar la identidad y autenticidad de la cultura caldense en el marco y relaciones con la cultura popular colombiana. El humanista caldense tiene una fuerza cultural muy significativa en el conocimiento y cultivo del folclor y en los aspectos diversos de la cultura popular que reflejan la esencia del alma colombiana. Octavio Hernández en su obra transmite la idea de que es necesario fortalecer en los caldenses la conciencia regional y nacional como pueblo de grandes valores y atributos” (Javier Ocampo López, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombia de Historia, en el texto “Octavio Hernández Jiménez, el humanista de la caldensidad”, 2001).
Título: Orden del Duende Ecológico.
“República de Colombia/ Alcaldía Municipal San José Caldas/ Nit. 810001998-8/ II Fiestas de Mitos y Leyendas. Resolución Nro 093-08 Octubre 09 de 2008. Por medio de la cual se otorga la Orden del Duende Ecológico. El Alcalde Municipal de San José Caldas, en ejercicio de sus facultades Constitucionales y, CONSIDERANDO: Que mediante el Acuerdo Municipal número 216 de 2008, se creó la Orden Del Duende Ecológico, máxima condecoración que el Alcalde Municipal concede a sus ciudadanos más destacados. Que es deber de esta Administración exaltar las cualidades y virtudes de una Persona Ilustre del Municipio que con su actuar ha dejado en alto el nombre del Municipio. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez es reconocido como un señor íntegro en medio de sus labores misionales, amante de la tradición y cultura propias de nuestra región, las cuales da a conocer como embajador de nuestro municipio a nivel regional y nacional. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado como un insigne señor, cívico por excelencia, colaborador incansable; se ha hecho presente en el desarrollo de importantes programas que han impulsado el progreso de nuestro Municipio, difundiendo ejemplo para presentes y futuras generaciones. Que el Doctor Octavio Hernández Jiménez se ha destacado en el estudio de la influencia de los mitos y leyendas y su divulgación dentro del Municipio de San José Caldas. Que según estudios realizados por el Doctor Octavio Hernández Jiménez, dentro de la historia del municipio se creó la figura del Duende Ecológico para preservar las aguas, nombre que hoy recibe la presente Orden. En mérito de lo expuesto, RESUELVE: Artículo Primero: Otorgar la Orden Duende Ecológico al Doctor Octavio Hernández Jiménez. Artículo Segundo: Exaltar las cualidades de tan ilustre personaje, quien con su excelente desempeño ha dejado un gran legado en el arte de escribir y en la conservación del patrimonio cultural. Artículo Tercero: Hacerle entrega de una placa al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en acto público a realizarse el día 09 de octubre de 2008. Artículo Cuarto: Copa de la presente resolución será entregada en nota de estilo al Doctor Octavio Hernández Jiménez, en dicho acto. Comuníquese y cúmplase. Expedida en San José Caldas, a los nueve (09) días del mes de octubre del año dos mil ocho (2008). Daniel Ancízar Henao Castaño, Alcalde Municipal”.
octaviohernandezj@espaciosvecinos.com
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