COLOMBIA EN LA COPA AMÉRICA


Octavio Hernández Jiménez


Para unos era conveniente y para otros no, recordar al pirata Edward Vernon (de Inglaterra) con las relucientes monedas mandadas a acuñar con temeraria anterioridad para celebrar la supuesta victoria sobre el manco, cojo y tuerto Blas de Lezo (de España), en el Sitio de Cartagena (1741). En esas monedas doradas aparece Blas de Lezo, de rodillas, entregándole las llaves de la rica ciudad caribeña (el poder) al soberbio Vernon. Al final, el manco, tuerto y cojo, venció al ridículo señor de las medallas que, en tiempos modernos, más que admiración provocan un gesto mordaz en aquellos que tienen la oportunidad de contemplarlas, en la vitrina de un museo británico.


 Un juego de fútbol parecido a la situación bélica de Vernon y Blas de Lezo se presentó el domingo 14 de julio de 2024 cuando, en Miami, se jugó la final de la Copa América, entre los equipos nacionales de Argentina y Colombia que buscaban ganar el prestigioso torneo.


Colombia llegó a la final, luego de una serie de 28 partidos internacionales en los que resultó invicta. Partido a partido ganado, se había ido inculcando una festiva mentalidad de perpetuos ganadores entre los colombianos. Los argentinos eran los campeones de la copa anterior y buscaban repetir el primer puesto. Sin embargo, los colombianos estaban convencidos de ganarles a los argentinos. Fuera del estadio Hard Rock, hubo desmanes igual que, 4 días antes, en el estadio en donde Colombia había ganado a los uruguayos. En la noche triunfal contra Uruguay, hubo grescas, en Bogotá, en las que los vándalos destruyeron 36 buses de Transmilenio. En las horas previas al partido con Argentina se armó el zafarrancho, afuera del estadio de Miami, entre una multitud compuesta, en su mayoría por jóvenes colombianos, argentinos y aún mujeres con bebés en los brazos. Todos pretendían ingresar al partido, unos con boletas legales, otros con boletas falsas y otros sin boletas. Los sin boletas buscaron colarse a las graderías trepando por árboles, cercas vegetales, muros, tuberías y quebrando vidrios. Al final del partido, las escaleras eléctricas estaban destruidas igual que los vidrios de los almacenes. Intervinieron centenares de policía a los que la situación se les salió de las manos.


Detuvieron a 57 indocumentados que seguramente devolverían a sus países de origen, y condujeron 25 heridos a los hospitales. Al tiempo de la trifulca cerraron las puertas del estadio y aplazaron por más de una hora el comienzo del partido. Al terminar los 90 minutos reglamentarios, los equipos quedaron 0-0. En los treinta minutos añadidos, Argentina le hizo gol a Colombia y despachó a nuestros compatriotas para casa con el título de subcampeones. Antes de la premiación, el presidente de la Federación Colombiana de fútbol, Ramón Jesurún (de 71 años) y su hijo Ramón Jamil (de 43), armaron la trifulca cuando descendieron del palco que ocuparon durante el partido a la grama, en el centro del estadio, en donde tendría lugar la premiación.


Padre e hijo Jesurún se enfurecieron con un agente que los detuvo en el túnel de ingreso a la cancha; ambos se alteraron y empezaron a gritarle al policía. En la declaración jurada de arresto por agresión a un oficial de policía, se lee: “El señor Jesurún Jr., luego, confrotó físicamente al señor Shaw, agarrándolo por el cuello y tirándolo al suelo. Después continuó dándole dos golpes que impactaron al señor Shaw, tendido en el suelo. Como si fuera poco, se acercó de manera agresiva al señor Shaw, tendido sobre su espalda, en el suelo, y el señor Jesurún Jr. digirió una patada directa a la cabeza del señor Shaw; esta hizo un impacto sólido” (El Tiempo, 16 de julio de 2024, p. 2.1). Muchos colombianos consideraron como un fuera de tiempo que, para festejar el triunfo del equipo nacional, el viernes anterior a la batalla definitiva, el presidente de la república de Colombia decretara que, el lunes 15 de julio, sería un día libre. Con la fértil imaginación, el país entero veía al equipo colombiano bajando la escalerilla del avión con la Copa campeona, en alto y, de seguro, se veían aplaudiendo a los jugadores montados en el carro de bomberos, por las avenidas de la capital. Resultaron otros Vernon con la medalla de oro para la historia. Se frustró la apoteosis pues los argentinos tuvieron la satisfacción de cargar el trofeo de plata para Buenos Aires. Colombia ha sido, en la historia del fútbol, el único país en donde, con previo decreto presidencial, se celebró una derrota con un día cívico.